La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social. La Organización Mundial de la Salud (OMS) no la define únicamente por el proceso de enfermedad que pueda existir en el momento, sino que percibe al ser humano desde una perspectiva más compleja, describiéndolo como un ser biopsicosocial.
Por su parte, la enfermedad es considerada una alteración que afecta negativamente el estado de bienestar. El concepto de la misma ha evolucionado de tal forma que en el último siglo la percibimos de manera diferente, ya que en tiempos pasados, el proceso de enfermedad era reconocido como algo natural y la expectativa de vida del hombre era tan corta, que incluso las probabilidades de que un bebe falleciera al momento del parto eran altas y consideradas normales. Sin embargo, la perspectiva de miles de ciudadanos a nivel mundial ha cambiado tanto, que hoy en día reconocemos la ausencia de enfermedad como un derecho.
LA PARADOJA DE LA EVOLUCIÓN
Gracias a la evolución, las sociedades cada vez se hacen mayores en edad y su expectativa de vida ha aumentado en el último siglo, pese a la existencia de enfermedades infecciosas como el VIH-Sida y las enfermedades crónicas degenerativas no infecciosas, que se han convertido en verdaderos problemas de salud pública a nivel mundial, tal es el caso de la diabetes tipo II. En este sentido, es posible afirmar que se ha transformado la percepción del sentido de la enfermedad en nuestros tiempos; como lo dijo Julio Frenk en el año 2008: “Hoy en día un perfil de enfermedades han dejado de ser episodios para volverse condiciones de vida”, refiriéndose a todas las condiciones de salud que actualmente representan enfermedades crónicas no infecciosas y que son reconocidas como prevenibles, e incluso en algunas ocasiones, reversibles gracias a la adopción de hábitos de vida saludables.
Paradójicamente, en los países más desarrollados y con mayores oportunidades económicas, la biomedicina progresa, pero los estilos de vida empeoran. Esto se debe a que los avances tecnológicos y económicos predisponen a la obesidad y a la contaminación. Tal afirmación se ve reflejada en la poca actividad física y en la pobre alimentación, que predispone a estas poblaciones a padecer enfermedades asociadas al sedentarismo y al sobre peso.
FACTORES QUE PREDISPONEN LA APARICIÓN DE ENFERMEDADES CRÓNICAS NO TRANSMISIBLES


Actualmente, es reconocido que un estilo de vida saludable disminuye la morbilidad y la muerte prematura, pero ¿cuáles son los factores que condicionan al hombre a padecer enfermedades? Sin duda alguna el tabaquismo, la inactividad física, la obesidad, la mala alimentación, la hipertensión arterial, las dietas altas en grasas no saludables, niveles elevados de azúcar en la sangre y el alcohol, condicionan al ser humano a padecer enfermedades cardiovasculares, vasculares periféricas, pulmonares obstructivas, diabetes tipo II, cáncer, Síndrome metabólico y osteoporosis, entre otras.
LA PREVENCIÓN ES LA CLAVE
Entonces, ¿Qué debe suceder para que el ser humano no desarrolle las condiciones de salud nombradas? Sin duda alguna, la vía correcta es la prevención de dichas enfermedades a través de la implementación de hábitos de vida saludables, o en pocas palabras: la promoción de la salud. En tal sentido, el rol del Kinesiólogo radica en disminuir en la población los riesgos de salud, mitigando el costo y su impacto económico en la sociedad.
Por ejemplo, los antropólogos afirman que el consumo excesivo de alimentos y la poca actividad física alteran los procesos evolutivos, contribuyendo a que ocurran pandemias de condiciones crónicas como el síndrome metabólico; esto conlleva a incluir al ejercicio físico en el contexto de la salud poblacional.
LA RESPONSABILIDAD DEL SEDENTARÍSMO
El sedentarismo cada vez se hace más común, las personas permanecen sentadas frente al televisor o al computador la mayor parte del día y los niños y adolescentes dependen de estos recursos; es por ello, que se hace importante que las diversas poblaciones conozcan la existencia de la pirámide de la actividad física, que alude a la importancia de realizar pequeños cambios cuando se toma la decisión de seguir un estilo de vida saludable en pro de una salud óptima, en compañía de la pirámide de la alimentación.
Se ha determinado que caminar diez mil (10.000) pasos al día se relaciona con un estilo de vida activo y buena salud en el adulto; menos de cinco mil (5.000) pasos al día se considera un estilo de vida sedentario y más de doce mil quinientos (12.500) pasos se considera un estilo de vida altamente activo.
La base de la pirámide de la actividad física indica que todos los días una persona debe incorporar en su vida actividades como: pasear al perro, subir y bajar escaleras en lugar de tomar el elevador, estacionar el coche lejos del sitio de destino, realizar trabajos de jardinería o caminar a la tienda para realizar las compras. En un nivel por encima, la pirámide recomienda realizar ejercicios aeróbicos o recreativos de tres a cinco veces por semana, como: caminar, ciclismo, natación, baloncesto, tenis, artes marciales o fútbol. En un tercer nivel, recomienda ejercicios o actividades recreativas que impliquen la flexibilidad y la fuerza como: el yoga, los estiramientos globales, las sentadillas con peso, el softball, entre otros. Y finalmente, en el tope de la pirámide se encuentra la última recomendación, la misma se refiere a evitar ver televisión y los videojuegos por más de dos horas, además, sugiere no permanecer sentado por más de 30 minutos.
En tal sentido, se ha determinado que caminar diez mil (10.000) pasos al día se relaciona con un estilo de vida activo y buena salud en el adulto; menos de cinco mil (5.000) pasos al día se considera un estilo de vida sedentario y más de doce mil quinientos (12.500) pasos se considera un estilo de vida altamente activo.
Además, gran cantidad de evidencia científica demuestra que con el incremento de la actividad física, el riesgo de enfermedades coronarias y el cáncer de colon se reducen; el ejercicio de moderada intensidad, que no tiene que ser extremo o prolongado, incluyendo las actividades de ocio como una caminata o la jardinería, se asocian con beneficios a la salud, es por ello que muchos médicos recomiendan de igual manera realizar tres horas de ejercicios de moderada intensidad a la semana.
KINESIOLOGÍA Y ESTILOS DE VIDA SALUDABLES
Entonces, el rol del Kinesiólogo radica en realizar programas de intervención terapéutica que promuevan la salud y prevengan enfermedades a través de la adopción de hábitos de vida saludables, con énfasis en la prescripción del ejercicio como herramienta terapéutica y con el apoyo de otros profesionales del área de la salud, tales como los especialistas en nutrición, psicólogos, médicos, entre otros.
El ejercicio dirigido de moderada intensidad promueve la mejoría en la condición de salud actual de las personas, reflejándose en una disminución del índice de masa corporal, el aumento de la fuerza, la resistencia, la potencia, la flexibilidad y la masa muscular, garantizando la adquisición de una mejor condición aeróbica y anaeróbica, regulando los niveles de lípidos y glucosa en la sangre, previniendo la osteoporosis y conllevando además a adquirir beneficios psicológicos que inciden directamente en el sueño, el dolor crónico y en la disminución de hábitos tabáquicos, gracias a la producción de endorfinas.
ROL DE LA KINESIOLOGÍA EN LA PREVENCIÓN DE ENFERMEDADES CRÓNICAS
Sin duda alguna, un Kinesiólogo procurará disminuir la cantidad de enfermedades crónicas en una población, a través de la implementación de programas diseñados para incrementar la actividad física en adultos previamente sedentarios, lo que conllevará a un aumento de la fuerza, resistencia y flexibilidad muscular y a mejorar la condición cardiorrespiratoria de una persona, patrones fundamentales en la lucha contra la obesidad, la osteoporosis, las enfermedades cardiovasculares, pulmonares, el cáncer, el síndrome metabólico y la diabetes tipo II; es lo que se define como la promoción de la salud a través de estilos de vida saludables.
Dieter Opitz
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