El acto de sentarse en una silla no es natural para nosotros. Como seres humanos evolucionamos con el movimiento y el descanso se asociaba a los ricos o intelectuales. Las sillas eran un mueble que denotaba una alta posición social, bien para el ocio o para la escritura. La mayor parte del trabajo hasta hace 50 años se hacía de pie, sentarse era un lujo. Ahora ocurre al revés, la mayor parte del trabajo se realiza en posición sentada, sobre una silla de oficina y durante las largas jornadas de trabajo. Desde que nos hemos acostumbrado a sentarnos, hemos comenzado a sufrir las consecuencias de esta postura, principalmente asociada  a dolores de espalda, un mal ya habitual en los trabajos sedentarios, pero hay muchos más efectos negativos sobre la salud que aparecen por el simple hecho de pasar muchas horas en una silla.

¡Despierta-y-levántate-de-la-silla!-11-06-2016---Dieter-opitzMente confusa

El movimiento bombea sangre rica en oxígeno y nutrientes al cerebro y provoca la liberación de sustancias químicas que modulan los pensamientos y el humor. Cuando pasas muchas horas en inactividad en una silla, el cerebro se enlentece, piensas peor y de forma más negativa.

Cuello

La mayoría de las personas nos sentamos frente a una mesa a trabajar inclinando el cuello hacía el teclado del ordenador, y doblando la cabeza sobre el teléfono cuando hablamos y escribimos al mismo tiempo. Esta postura se repite a lo largo del día cientos de veces, forzando las vértebras cervicales y provocando desequilibrios en la postura que se convierten en malos hábitos posturales y se traducen en dolor de cuello y espalda, por la sobre extensión de los músculos de los hombros y espalda, especialmente del trapecio, que conecta el cuello y los hombros.  Con los años, las horas sobre la silla se notan en que adquirimos una postura encorvada hacia delante todo el tiempo (echamos “chepa”) y los dolores se agravan.

Columna rígida

Si no mueves la columna vertebral se pierde la flexibilidad, y ésta se vuelve rígida y débil. Y empieza a doler y a sufrir con las tareas más sencillas como alcanzar una taza en el armario alto de la cocina o atarte los zapatos. Cuando nos movemos, los discos entre las vértebras se expanden y contraen como esponjas, absorbiendo sangre oxigenada y nutrientes. Al sentarnos, los discos están comprimidos, apenas les llega la sangre y van perdiendo su esponjosidad y amortiguación natural. El colágeno se va endureciendo y la columna es cada vez más rígida y susceptible al daño al movernos.

Daño discal

Las personas que se sientan durante más horas tienen un riesgo mayor de sufrir hernias lumbares. El músculo psoas tiende a acortarse con las horas de silla, y cuando se estira al ponerte en pie empuja la zona lumbar hacia delante, provocando que el peso de toda la parte superior del cuerpo recaiga sobre la zona de la tuberosidad isquiática, (los huesos donde nos apoyamos al sentarnos), en vez de distribuirse a lo largo de toda la cadera, sobrecargando la zona lumbar e isquiotibial.

Corazón

Los músculos queman menos grasa y la sangre fluye lentamente cuando estamos sentados durante un buen rato. Esto favorece la aparición de enfermedades cardiovasculares, se acumula más grasa en las arterias, endureciéndolas y creando las placas de ateroma que caracterizan a la ateroesclerosis, aumenta la tensión arterial, se favorece el aumento del colesterol y triglicéridos en la sangre, etc. Está comprobado que las personas que son más sedentarias tienen el doble de riesgo de tener enfermedades cardiovasculares frente a las personas activas.

Páncreas hiperactivo

El páncreas es el órgano digestivo donde se produce la insulina, la hormona que transporta la glucosa a las células como fuente de energía. Pero las células de las personas sedentarias que pasan muchas horas sentadas no responden a la insulina tan rápidamente, y el páncreas se ve obligado a producir más insulina cada vez, lo que puede provocar la aparición de diabetes tipo II.  Un estudio realizado en el año 2011, encontró que bastaba un solo día de inactividad prolongada para provocar una disminución de la respuesta a la insulina y una sobrecarga del páncreas. ¡Una conclusión preocupante!

Cáncer de colon

Los estudios médicos han encontrado una clara relación entre las horas que pasamos sentados y el riesgo de padecer cáncer de colon, mama y endometrio. Las razones no están claras, pero parece que el exceso de insulina favorece el crecimiento celular y la aparición de tumores. Otra explicación puede ser porque el movimiento regular produce la liberación de antioxidantes naturales, que eliminan y contrarrestan el daño producido por los radicales libres, que son los que pueden provocar daño celular y tienen un efecto potencialmente cancerígeno.

Abdominales débiles

Cuando estamos de pie o nos movemos, e incluso cuando nos sentamos derechos, los músculos abdominales nos sujetan y mantienen la postura, pero al sentarnos solemos relajarlos y los abdominales se van debilitando, encorvando la postura y facilitando la aparición de grasa abdominal. Exagerar la postura rígida sobre la silla también puede provocar lo contrario, acentuando la curvatura natural de la columna y provocando una hiperlordosis.

Caderas rígidas

La flexibilidad de los músculos de las caderas ayuda a mantener el equilibrio y la buena postura, pero las largas horas sobre una silla acaban inutilizando los músculos flexores de la cadera, que se van a acortando y perdiendo la flexibilidad, reduciendo su función de balance y favoreciendo la aparición de lesiones en músculos y ligamentos de las extremidades inferiores. Los estudios han encontrado que la reducción de la movilidad y la flexibilidad de la cadera es la principal causa de las caídas que provocan la rotura de caderas en las personas mayores.

Glúteos flácidos

Sentarse es la forma más rápida de conseguir un “trasero gordo y blando”, pues es una postura en la que los glúteos, los principales músculos donde nos sentamos, no hacen absolutamente nada, son un simple cojín donde apoyarnos, y cuando más grande, más amortiguación. La postura natural humana para sentarnos es la postura de cuclillas, una sentadilla exagerada que en un sólo movimiento de “descanso”, hace trabajar a los glúteos y al resto de los músculos de las piernas, al mismo tiempo que se realiza un estiramiento natural. Un 3×1 que potencia la musculatura, mejora la estabilidad y mantiene la flexibilidad de toda la musculatura inferior.  Justo lo contario a lo que hacemos al sentarnos cómodamente en una silla.

Mala circulación en las piernas

Sentarse durante largos periodos de tiempo enlentece la circulación sanguínea, que en personas sensibles, especialmente en mujeres provoca acumulación y retención de fluidos en las piernas, inflamación de los tobillos y las piernas, aparición de venas varicosas y en los casos más extremos, formación de coágulos de sangre o “trombos”, que pueden provocar peligrosas trombosis al quedarse “atrancados” en las venas cortando la circulación sanguínea en la zona.

Huesos

Las actividades en las que nos movemos cargando el peso de nuestro cuerpo como andar, correr, saltar, etc., estimulan y fortalecen el crecimiento de los huesos, reduciendo la posibilidad de osteoporosis y la pérdida de calcio y densidad ósea asociada a la edad, especialmente en las mujeres después de la menopausia. Los científicos piensan que el incremento de inactividad actual es el mayor responsable del aumento de la osteoporosis en nuestra sociedad occidental.

Dieter Opitz Tampe

Kinesiólogo en Kinefit

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